jidaigekipedia.comCriaturas del diabloOil Hell Murder es la última película que dirigió Hideo Gosha, y una de las que más ha tardado en llegar a las manos de sus incondicionales, gracias otra vez a un DVD de edición francesa. En esta obra, el director abandona algunos de los excesos que se permitió en
Death Shadows para volver a colmar la historia de realismo y humanidad.
Sinopsis: Tahei es un joven que, enemistado con su padrastro, ha crecido en un hogar que no es el suyo, criado por una mujer con la que la diferencia de edad no es abismal. De carácter enamoradizo, sus deseos y tentaciones le llevan de cabeza a través de múltiples problemas; el más grande de todos cuando trata de fugarse con la hija de un rico comerciante.
Pues sí, como diría un coleccionista de cuadros: "se trata de un Gosha genuino". Desde el primer fotograma nos bañamos de un realismo ausente en la mayoría de trabajos ambientados en el periodo Edo. Demasiado acostumbrados a que la gente muera cada cinco minutos sin mayores consecuencias, resulta chocante el panorama inicial, con el comisario y su jitten presidiendo una autopsia formal que dará comienzo a la investigación policial.
La trama deambula por los líos amorosos del protagonista, que por una vez no es un mujeriego, sino un instrumento del que se sirven las mujeres por simple capricho. El pobre Tahei se lleva un desengaño tras otro, y por cada uno hay un sueño que se le escapa entre los dedos. Su tía Okichi le protege y le consuela, pero sus sentimientos comienzan a confundir lo maternal con lo sexual. Es muy interesante la escena en la que observa a los adúlteros expuestos a tormento público, porque en sus ojos vemos que se está imaginando a sí misma atada semidesnuda con Tahei a su espalda.
Las escenas de sexo no son muy explícitas para tratarse de una película de Gosha, pero en esas cámaras lentas que se pasean por la piel de los actores apreciamos su estilo inconfundible. El realismo es algo que también se palpa en la casi ausencia de banda sonora, reservada a instantes muy puntuales. Este factor contribuye a ralentizar el metraje, que ya de por sí avanza muy despacio.
Termino el comentario resaltando el curioso detalle del surrealista sueño de Okichi, que encaja perfectamente con el estilo de su anterior jidai-geki,
Death Shadows. A quien no le gustara aquella por sus peculiaridades, le recomiendo encarecidamente que vuelva al Gosha tradicional, porque disfrutará de otro título imprescindible de su filmografía.