Kaidan : Historias de fantasmas japoneses
Introducción
Seguramente, Japón es uno de los países del mundo con más tradición de leyendas mitológicas, sobre todo protagonizadas por dioses y demonios; de igual modo siempre ha sido un país rico y propenso a los cuentos de fantasmas; viejas historias de ultratumba han asolado poblaciones enteras, principalmente las de ámbito rural, donde sus aldeanos han compartido de generación en generación relatos y acontecimientos sobrenaturales, dignos de memoria histórica, ya sea por su carácter curioso o por ser del todo terroríficos. Los verdaderos protagonistas venidos del más allá han sido desde almas vagueantes que no encuentran su merecido reposo, hasta yōkai (妖怪), –seres deformes venidos de las profundas montañas–, sin olvidarnos de los temibles oni (鬼) o kaijū (怪獣), seres demoníacos y monstruos respectivamente, surgidos en buena parte de la fantasía idiosincrática del pueblo japonés; si bien han perdurado siglos hasta la actualidad. Todo este folclore ha gozado de tanta popularidad, penetrando con tanta fuerza y pasión que desde siempre ha vivido una buena salud, constituyendo un género genuino, perspicaz y personal dentro de la concurrida filmografía japonesa.
Los pioneros
Haciendo un poco de arqueología, veremos que prácticamente des de los inicios de la cinematografía nipona, incluso los primeros realizadores, tales como Shigeru Mokudō (Saga Kaibyōden) o Shōzō Makino (Heike no Yōma), ya se fijaban en las narraciones sobrenaturales, creando fábulas horrorificas y paisajes pesadillescos para la época.
Normalmente, estas películas arcaicas empezaban con un tono aventuresco (Makino principalmente se dedicó a las jidai geki (時代劇) o "películas de época"), pero rápidamente la fantasía asolaba la pantalla.
La explosión de las kaidan eiga
En tiempos de posguerra y con la inminente llegada de la expansión económica del país, los tiempos mejoraban, prosiguiendo a la invasión definitiva de las kaidan eiga (怪談映画) películas fantasmales por excelencia; una multiplicación de yōkai y seres de parecido similar, surrealistas e inimaginables, algunos ficticios y otros más reales, pero todos ellos con un objetivo muy marcado: desmembrar la mentalidad de la sociedad japonesa. Una vez dejado atrás el profundo dolor atómico propiciado por las bombas de Hiroshima y Nagasaki (expresión máxima de las kaijū eiga de los años 50), las películas de fantasmas proporcionaron un sentimiento contradictorio: el terror y la pasión en igual proporción. Esto, sin duda alguna, condicionaría una evasión perpetua hasta nuestros días.
Precisamente es en los años 60 hasta finales de los 70, cuando hallamos los maestros clásicos por antonomasia (Yoshihiro Ishikawa, Nobuo Nakagawa o Satoru Kobayashi como nombres representativos), brindándonos pequeñas joyas, que si bien hoy en día resultan un tanto desfasadas, siempre serán admirables, ya sea por su imaginería o por su trasfondo histórico. También encontrábamos ocasiones en las que se mezclaban el erotismo y la fantasmagoría, como por ejemplo Ai no Bōrei ~ El imperio de la pasión de Nagisa Ōshima, un claro precedente de cómo integrar temas aparentemente sin relación alguna dentro de un mismo film. De todas maneras, a mi entender, la obra maestra de este período es Kwaidan ~ El más allá, de Masaki Kobayashi, director que misteriosamente nunca se vinculó de forma directa con este género, pero que con este imprescindible film demostró lo sorprendente que resulta el kaidan eiga.
Articulo extraido de 'dreamers.com'
Por Eduard Terrades