El Hombre que destruyó Tokyo
Un texto de Alikuekano para Asiateca
Ishirô Honda nació el 7 de Mayo de 1911 en Yamagata (Japón). Hijo de un monje budista, desde muy pequeño le gustó el dibujo, pero ya al ingresar en el instituto empezó a interesarse por el cine. Honda estudió artes en la Universidad de Nippon y tras graduarse comenzó a trabajar, en 1933, en la productora PCL (Photography Chemistry Laboratory), que pasados los años se convertiría en la actual Toho. Durante esta época sería asistente de dirección, principalmente para Kajiro Yamamoto, en producciones como Enoken no senman choja (1936), Otto no teiso (1937), Enoken no chakkiri Kinta (1937) o Utsukushiki taka (1938). En 1938 contrae matrimonio con una correctora, de la que recibiría ayuda y consejo durante su carrera como director.
Honda serviría en la milicia durante más de 8 años, siendo reenganchado 3 veces a causa de la guerra. En su segunda misión fue capturado y retenido más de un año en China, tiempo en que vivio muy de cerca las atrocidades bélicas. Al volver a Japón quedo tremendamente marcado por los desastres nucleares de Hiroshima y por las atrocidades norteamericanas hacia su país, esto influiría muchísimo en su trayectoria cinematográfica posterior, quedando como una obsesión permanente en su subconsciente.
Honda trabajaría entonces como asistente, y dirigiendo algún documental, hasta 1951, fecha en que es reclamado por la Toho. Su estreno en la dirección fue en el drama The Blue Parl (Aoi shinju, 1951), pero su inicio cinematográfico serio se daría con las cintas Nangoku no hada (1952) y Minato e kita otoko (1952), colaborando ya íntimamente con el productor Tomoyuki Tanaka y con el creador de efectos especiales Eiji Tsuburaya. El año siguiente dirigiría su primera cinta de efectos especiales, de nuevo en colaboración con Tsuburaya, con el título de Eagle of the Pacific (Taiheiyo no washi, 1953) y un año después dirigiría Farewell Rabaul (Saraba Rabauru, 1954), esta vez colaborando también con en compositor Akira Ifukube. Lo que vendría a continuación se estaba ya gestando en la mente de Tomoyuki Tanaka.
En 1954 nació el saurio radioactivo Godzilla (Gojira, 1954) y desde ese momento la trayectoria de Honda se iría acercando cada vez más a la ciencia ficción y las películas de efectos especiales. En 1956 dirigiría Rodan (Sora no daikaijû Radon, 1956), la primera película de monstruos en color de la Toho, y un año después dirigiría The Mysterian (Chikyu Boeigun, 1957), la primera cinta widescreen/color SF de Toho. Durante los años siguientes Honda dirigiría películas de monstruos como Daikaijû Baran (1958) o Daikaijû Mosura (1961) y space operas y Ci-Fi como The H-Man (Bijo to Ekitainingen, 1958), Battle in Outer Space (Uchu daisenso, 1958) o Gorath (Yosei Gorasu, 1962).
En 1962 volvería Godzilla enfrentándose a King Kong en King Kong vs. Godzilla. A partir de ese momento el Kaiju ocupo gran parte de la carrera de Honda, ya fuera dentro de la saga de Godzilla o con otros monstruos (Varan the Unbelievable (1962), Frankenstein Conquers the World (1965) o The War of the Gargantuas (1966)), aunque siempre tuvo un tiempo para dirigir grandes películas Ci-Fi como la inquietante y escalofriante Matango (1963). Ya en los años 70 su acción como director para la gran pantalla decae, aunque sigue en activo con series para televisión como “Return of Ultraman“, “Mirror Man” o “Emergency Command 10-4 10-10”, aunque siempre estuvo reticente al medio televisivo para hacer series sobre monstruos tipo Kaiju.
Honda es un mito dentro de la Ci-Fi clásica japonesa, no solo por ser uno de los padres de Godzilla y el Kaiju Eiga, sino por sus space operas y películas de efectos especiales, que representan la época dorada del género en el país asiático.
Durante toda su carrera Honda tuvo una relación intima con uno de los directores más grandes del celuloide japonés, Akira Kurosawa. Durante su última época colaboró con Kurosawa en producciones como Kagemusha (1980), Ran (1985) y Los Sueños (Yume, Akira Kurowasa, 1990), en donde dirigió casi completamente el corte “The Tunnel” como petición personal, ya que siempre había querido hacer un film sobre un soldado japonés que volviera a su patria tras la guerra, una especie d erevisión de us propia experiencia, y este corto le permitió cumplir esa ambición. Ishirô Honda moría el 28 de febrero de 1993 en Tokio, después de haber participado en más de 49 películas, haber sido uno de los creadores del Kaiju Eiga, y padre de Godzilla, y haber sido uno de los directores de Ci-Fi más reconocidos de Japón.
Notas de Alikuekano:
Reivindicar la presencia cinematográfica de Ishiro Honda es realizar un ejercicio de justicia histórica como pocos. “Este tío es un fan enfermizo” pensaréis, quizás no erréis el tiro.
Ishiro Honda fue uno de los padres de la Ciencia Ficción Japonesa y de uno de sus mayores exponentes, los monstruos gigantes o Kaiju Eiga. Godzilla se ha convertido en parte del imaginario no solo nipón, sino mundial, influyendo la mentalidad colectiva hasta el punto de relacionar casi instantáneamente ciertas escenas o imágenes a ese saurio gigante destructor de maquetas de cartón-piedra. Pocos directores pueden vanagloriarse de haber hecho algo parecido, y es que Honda ha de ser equiparable a realizadores de la talla de Akira Kurosawa, intimo amigo suyo y con quien compartió estudio, la TOHO, durante casi todos sus años de realizador. Si bien Kurosawa realizó cintas que llegaron masivamente a occidente y le crearon un nombre a nivel mundial, Honda quedó relegado a un estilo cinematográfico difícil de digerir en festivales o premios y no extensamente popular para el gran público, y es que el hecho de haber realizado Ciencia Ficción le ha restado el protagonismo que merece y que posee en Japón. Esto, unido a los desmanes americanos en los remontajes de CiFi japonesa, que convertirían películas de la enormidad cinematográfica de Godzilla 1954 en auténticos productos de serie B, hacen a Ishiro Honda un personaje relativamente desconocido en occidente cinematográficamente hablando, y por eso mi introducción e intención con esta retrospectiva.
Se debe hacer un homenaje a este enorme director y se le debe reconocer el gigantesco papel que tuvo en el desarrollo cinematográfico japones.