Tremenda película, realmente tremenda... Hay tanto que comentar... Empezaremos por algún lado, quizás un poco de historia...
Hideo Gosha está pasando por el peor momento de su vida cuando le llega la oportunidad de rodar Onimasa. Sus problemas habían llegado al punto de encontrarse con la policía en su camino. Su mujer se ve envuelta en un escándalo financiero (para el que usó el nombre del director) y su única hija, que cuenta con 21 años, es atropellada por un autobús en lo que ella misma califica como un intento de suicidio. Gosha, que en esos momentos trabaja para la Fuji TV tiene decidido abandonar el cine. Son malos tiempos... La Daie acaba de cerrar. Parte de su gente forma otra productora y decide aliarse con la Toei para rodar una película (luego varias). Esa película será Onimasa, y se buscará a Gosha para dirigirla, un Gosha que había estado leyendo obsesivamente las novelas Tomiko Miyao, escritora igualmente autobiográfica. El resultado, será una obra tremendamente personal, a la vez que un éxito absoluto.
Onimasa es una historia de mujeres... Amantes, hijas legítimas e ilegítimas, enemigas íntimas, todas alrededor de un hombre interpretado por Tetsuya Nakadai, que no deja de ser un yakuza crepuscular... o un samurai (como el mismo insiste). Es la eterna historia de lo viejo contra lo nuevo, que se plasma en esos enfrentamientos entre yakuzas vestidos de la manera tradicional, preparados para la muerte, y esos otros vestidos a la moda occidental... Pero aquí el héroe no es ni tan siquiera un viejo tipo simpático, sino un tipo sin demasiados escrúpulos... pero con principios... los suyos, pero principios... La historia, como suele ocurrir, lo irá dejando de lado, y conforme va adquiriendo esa figura de tipo marginal y superado, nosotros lo apreciamos más...
Creo que era Mario Monicelli quién dijo que Nino Manfredi era un ciéntifico del humor, que venía a decir que en él todo estaba calculado, nada improvisado. Creo que otro de esos "científicos" sería sin duda Tetsuya Nakadai. Frente a esa fuerza de la naturaleza que era Toshiro Mifune, Nakadai es la inteligencia. Ningún gesto suyo está ahí porque sí. Todo (tenemos la sensación) responde a algo, hasta el más leve movimiento, la más mínima modulación de su voz. Nakadai es el frío que recorre nuestro cuerpo... Sus interpretaciones nos provocan los escalofríos más intensos, nos dejan mudos... Creo que la primera vez que me encontré con él (sin saberlo hasta muchos años después) fue en Ran. Toda aquella intensidad debieron cambiar de algún modo mi vida. El cine ya no podía ser lo mismo tras ver todo aquello, y entro todo aquello a este actor extraordinario, inmenso. Ese asalto del último castillo es sin duda el cine en estado puro y atravesar la pantalla así es algo reservado sólo a los muy grandes.
En Onimasa hace una de sus mejores interpretaciones.
La película es de una belleza intensa. La fotografía (del director de fotografía habitual de Katsu, desde Zatoichi hasta El lobo solitario), la música, los decorados, las interpretaciones,... Masako Natsume (Matsue, la hija adoptiva) moriría a los 27 años, de una enfermedad que ya tenía durante el rodaje de esta película... Toda esa unión de destinos trágicos, produce una obra imprescindible, una piedra angular del cine de yakuzas, en el que la intensidad de la acción y la crónica que había imprimido al género Fukasaku, deja lugar a la intimidad (sin renunciar a la violencia, que quizás por ello resulte aún más violenta), con un final memorable, acto final de un mundo (y unos valores) que ya no existía...
Muchas gracias Luzu por compartir estas cosas, y de nuevo traducción impecable de nuestro Fingolfin
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