Otro chambara, esta vez de la mano de... Nagisa Oshima. Pues si, en sus primeros y rebeldes tiempos este hombre hizo un poco de todo, y siempre de una manera ciertamente arriesgada, ya no sólo en el continente, sino también en el contenido... En esta película tenemos una historia que después de todo es conocida hasta donde es conocida y seguramente no es uno de los temas más tratados del chambara: el cristianismo y su prohibición por el shogunato... El tema le sirve a Oshima para trazar un retrato de miserias (las miserias de los campesinos, abocados a una revuelta seguramente inútil, pero también las miserias de una clase dirigente cruel y abocada a un sinsentido). Para ello, el director japonés se aplica a crear un clima infernal, punteado por una música contemporánea, abstracta e insistente, una fotografía oscura, unos planos que se pegan a la piel de las personas, que se nos vienen encima, en un mundo de torturas y oscuridad...
Pues eso, un chambara diferente, para no perderse... rescatado de Karagarga (aunque anda por otros sitios), gracias a bazdebaz.