Ainss, y yo sin decir nada por aquí. Esperaba subir unos cuantos capis más de la serie del cieguito, pero han sido unos días bien movidos: zato volverá por navidad.
Pese a que las películas propuestas en el ciclo las pude disfrutar hace lo que me parece una eternidad, todavía guardo de ellas un regusto de encanto y nostalgia. Nunca volverán los tiempos de ese cine, la magia de aquella época, el carisma de los que estaban delante y detrás de las cámaras. Las películas que se forjaron entonces en aquellos estudios tienen ese caracter atemporal y a la vez perfectamente ambientado que te abstraen del mismo hecho de estar viendo un film. Fukasaku, Misumi, Gosha y sus coetaneos araron los surcos por los que correrían las tendencias de dos géneros tan propios del cine nipón, como el chambara y el yakuza. Los directores que sobrevinieron pretendieron tomar su testigo, pero aquella época murió con ellos. El cine de samurais sólo se desvirtuó e infantilizó, mención aparte de obras cuasiteatrales de jidai-geki. Hubo una película,
Roningai, que sirvió como un canto fúnebre de añoranza a lo que fue una vez aquel cine. El cine de yakuzas corrió mejor suerte, de la mano de autores más personales e independientes...
Estos dos hermanos fueron la cara de aquella época, sus dos personajes más famosos se convirtieron en iconos dentro y fuera de su país, inspirando más allá de las recurridas imitaciones (habéis visto "furia ciega" con rutger hauer?
, seguro que Ali sí), y Katsu fue un verdadero promotor de aquel movimiento cinematográfico. Habré hablado de Wakayama y Katsu en diferentes hilos, pero si tuviera que escoger un calificativo para cada uno tendrían que ser Fuerza y Humanidad.
Wakayama es un titán en pantalla. Como Ogami Itto, interpérrito a todo lo que le rodea, a sus propias emociones, emana una fuerza arrolladora. Esta inmutabilidad, la no necesidad de articular palabra para sobrecoger al espectador se lleva al extremo con la serie de Kiichi Hogan, pero es recorriendo el camino del infierno cuando se puede ver en su máximo esplendor. En sus personajes yakuza, como la presentada Japan Organised Crime Boss, parece que estuviera a punto de estallar como una bomba, y que fuera a salpicarnos. Pese a lo extremo del yakuza Wakayama, y rodeado de un plantel de actores sobreactuados, no se le puede ver perdiendo los papeles. Esto es algo que compartiría con su hermano: la veracidad.
Shintaro dio vida, no, con mayúsculas, VIDA a un personaje imposible como puede ser un ciego maestro de la espada. Este actor ha logrado, para mí, el objetivo de todo actor: fundirse con el personaje, que el personaje deje de ser tal para ser alguien, humano. Cuando pienso en zatoichi no se me viene a la cabeza la espada oculta en el bastón que vuela como un relámpago, pienso en Ichi correteando con unos niños, haciendo volar una cometa, agradeciendo al sol que caliente sus huesos, clamando al viento que a él no podrá detenerlo, a Jizo que le proteja en sus viajes en una ambigua mezcla de respeto y sorna, riendo sin pudor ante la nimiedad y los pequeños detalles, sufriendo ante los imponderables y las injusticias, comiendo con la incontinencia del hambriento, y caminando... en un viaje sin fin, caminando libre bajo el sol, con la paz de espíritu que le otorga la honestidad.
Dos personajes emblemáticos, héroes y antihéroes a la vez. Dos viajeros, tan parecidos como distintos. Uno recorre los caminos en su propio infierno, abiertamente, poniendo a prueba al mundo entero si es necesario, un hombre capaz de matar a Buda, en busca de sangre, de venganza, inexorable, aparentemente vendiendo su alma, su espada, por dinero, pero con un sentido de la justicia y del honor que hace retroceder a amigos y enemigos. El otro también recorre los caminos, vive en continuo éxodo, intentando pasar desapercibido, ser normal, evitando enfrentamientos pero compelido a ellos, altruista y humano, víctima de la propia destreza que le mantiene a salvo. Dos hombres buscados. Uno avanza hacia su destino, y el otro encuentra su destino en el propio viaje.
Ehmmm.. pensar me da hambre, ya hablaremos