Clasificación moral elevada a género, la categoría III hongkonesa forma parte seguramente de la historia más perversa del cine asiático (junto al pinku eiga japonés), ese lado oscuro al que los cantoneses supieron aportarle el humor negro y un descaro que haría sonrojarse a algún que otro asesino en serie. Así, ese triangulo mítico, señala en nuestra historia como espectadores "el otro lado", un lugar que más allá de ese frío "mayores de dieciocho años", el acceso a un espacio lleno de sangre, psicópatas, cuerpos mutilados o gloriosamente enteros, cocina canibal, rostros desencajados y cabrones, muchos cabrones... delante, detrás de la cámara, a los lados... dirigiendo, interpretando, escribiendo... Sí, nuestra vida ya no será igual tras abandonarnos a los excesos visuales de los Herman Yau, Billy Tang, Bosco Lam,... soñaremos con las sobreactuaciones hipervoltaicas de Anthony Wong o Simon Yam... y también con los cuerpos muchas veces sin nombre de efímeras bellezas asiáticas... Tras aquellos años noventa hongkoneses, triangulares y violentos, ya nada podía ser igual en nuestras cabezas...
Una retrospectiva sobre la Categoría III debía ser algo diferente... diferente porque no puede contener todo lo que agrupa esa definición y diferente porque estamos ante un género subjetivo, que aunque responde a unas constantes estilísticas, generacionales o argumentales, escapa seguramente a todas ellas... Así, sólo quedaba irse al terreno de lo personal y hacer una retrospectiva de mis películas, y por extensión, ampliar la invitación al resto de Allzine a conformar una selección, un "debe ser visto".
Luego, cómo agruparlas... Frente a la frialdad de los años (aquí aún más fría, puesto que lo importante, bajo mi punto de vista, se concentra en unos años, muy pocos) nos quedaba irnos a agrupaciones más originales (o no)... Y finalmente, la agrupación emocional, por la que me he decantado. Así tenemos dos grupos: Anthony Wong y "los demás". Y realmente no es una clasificación arbitraria, sino de una justeza difícilmente superable, puesto que Wong, en sí mismo (y con la ayuda de Herman Yau alguna que otra vez), define un subgénero e incluso el propio género.
Y nada más. Decir que este es un trabajo en progreso, un punto de partida, algo que se irá construyendo y destruyendo en igual medida, imperfecta, como todo categoría III que se precie, pero igualmente perfecta... El lado oscuro os espera...