jidaigekipedia.comLa guerra del oroNo puedo negar que desde que cogí por banda la primera película de la saga estaba esperando el momento de llegar a esta, porque se dan una serie de circunstancias que la hacen especial y la separan del resto. En primer lugar, se habían rodado 19 entregas del personaje en 7 años sin interrupción (entre 1961 y 1968). Tras el vacío de 1969, este título sacaba al espadachín de su corto y merecido descanso. En segundo lugar está el hecho de que la dirige Kihachi Okamoto. No es cuestión de que sea mejor director que los que le precedieron (que también), sino que no era un habitual de las sagas como Kenji Misumi, Kazuo Ikehiro, Tokuzo Tanaka, o Kimiyoshi Yasuda, que se apuntaban con frecuencia a trabajar en
Sleepy Eyes of Death y
Band of Assassins. Por último, y más importante, el elemento diferenciador de
Zatoichi meets Yojimbo es precisamente la presencia de Yojimbo, interpretado por el gran Toshiro Mifune.
Pues bien, después de esta introducción lo primero a mencionar es que el Yojimbo de Okamoto no se parece demasiado al que creó Kurosawa en 1961, pese a que su imagen sea la misma. Tienen en común la destreza con la espada, un sexto sentido para sacar dinero de todas partes, y una marcada actitud de indiferencia. Les separa su nuevo caracter salvaje y su renovada percepción del bien y del mal. También ha dado la casualidad de que el kamon (emblema) que lleva en esta película aparece en mi libro de heráldica samurái identificado como el "melón partido" de Kazumasu Takigawa. El que adornaba la ropa del personaje de Kurosawa no lo he identificado, pero era distinto.
Sinopsis: Zatoichi, cansado de matar, decide volver a su pueblo favorito después de recordar lo hermoso que era estar allí. A su regreso todo ha cambiado. El que antes fuera el jefe del lugar, ahora es un viejo fabricante de budas de piedra, y la aldea se encuentra bajo el control de un comerciante. Su hijo menor trabaja haciendo monedas para el Shogunato y, según los rumores, le envía cantidades de oro periódicamente. Tras la búsqueda de ese oro están Yojimbo, el hijo mayor del comerciante, y el propio Zatoichi.
El argumento se presenta interesante, con una narrativa fluida y unos personajes con perfiles para todos los gustos. Se combina muy bien el sentido del humor de Yojimbo con las pataletas del masajista, similares a las que tuvo en
Zatoichi and the Doomed Man cuando Hyakutaro le suplantó el nombre. La duración pasa de largo los 85 minutos de media a los que estábamos acostumbrados, y se va hasta casi las dos horas. Okamoto tiene tiempo de meter a un tercer hombre duro: Kuzuryu (Shin Kishida). Su puesta en escena es excepcional, aunque con el paso de los minutos va perdiendo fuerza.
Las escenas de acción quedan muy lejos de aquellas maravillas bajo la nieve con las que Okamoto nos deleitaba a mediados de los 60. Aquí están rodadas con planos muy cortos y constantes cambios de cámara. Destaca el detalle de que el bastón-espada de Zatoichi sea mucho más largo y feo que el habitual, que se le rompe por tercera vez al comienzo de la película.
No deja de ser una buena elección dentro de la saga, aunque Shintaro Katsu cede tanto protagonismo a Toshiro Mifune que practicamente su presencia en el metraje queda igualada. La calidad de la obra es bastante alta, pero el personaje de Zatoichi es menos que una sombra del que tan bien conocemos.