A mí, personalmente, Satoshi Kon me empieza a aburrir. No hace más que repetirse, y rebosa pretenciosidad por los cuatro costados, lo que no impide que tenga ramalazos de brillantez. No digo que no sea uno de los mejores directores del "anime" (de hecho, "Millennium Actress" y "Tokio Godfathers" llegan a las tres estrellas), pero a veces resulta harto irritante con su manía de jugar a confundir fantasía y realidad.
Prefiero obras maestras como la demasiado olvidada "Hiroshima" (Mori Masaki, 1983) o las maravillosas "Laputa, un castillo en el cielo" (1986) y "Mi vecino Totoro" (1988) de Miyazaki.