Pues aquí teneis la película que siempre había esperado compartir y que bueno, quizás no esté en las mejores condiciones (aunque están lejos de ser pésimas), pero tratándose como se trata de una de las "películas invisibles" más importantes del cine asiático (en mi opinión) todo es un lujo. Pensad que no existe ninguna edición de la misma, ni tan siquiera en VCD (sino me equivoco), con lo cual vais a tener el privilegio de poderla ver y además en nuestro idioma...
The days es la primera película de
Wang Xiaoshuia (Frozen, La bicicleta de Pequín, Sueños de Shanghai,...), una de las películas fundacionales de la sexta generación de directores chinos o generación perdida, junto con otra obra mayor, Beijing bastards, de
Zhang Yuan. En ella Xiaoshuai narra el final de la relación de una pareja de pintores en la China post-Tiananmen, en la que toda una joven generación empieza a cuestionarse su futuro, si es que hay alguno... Y la película se situa (como No envejeceremos juntos, de Maurice Pialat), en ese momento en que una relación ha ya terminado pero la pareja aún no se ha separado... Pero mientras en la película de Pialat asistimos a ese final de una manera desgarradora, en el realizador chino las cosas suceden con la misma apatatía que parece haber marcado la relación de los dos, y así asistimos en paralelo a una especie de desvanecimiento, en el que todo se diluye... esa relación, pero también sus vidas, como metáfora de esos jóvenes a la deriva que marcaran el cine de esta generación...
Rodada en blanco y negro, Xiaoshuai parte a la búsqueda de Jean-Luc Godard (absurdamente se ha comparado a esta obra con Antonioni... que cruz para el pobre realizador italiano...) y, por extensión, de la nueva ola francesa... No de aquella manera de filmar nerviosa, sino de un cierto estudio de los sentimientos y de los cuerpos. Es decir, su mirada es la mirada del Godard de Vivir su vida o Una mujer casada o aquella de La mamá y la puta, de Jean Eustache, en la que, por si nos quedaba alguna, duda Xiaoshuai nos remite a Anna Karina a través de la protagonista... Todo subrayado por una nostálgica música jazzística en momentos, que alcanza su cumbre bajo las notas de My funny Valentine interpretadas por el sonido cuadriculado de la trompeta de Miles Davis, en un momento que concentra él solo la desesperación de toda una generación.
En fín, estamos pues ante una de las obras mayores del cine chino... una obra que a atravesado su tiempo y ha llegado hasta nuestros días, escondida entre los fotogramas de Still Life y Dong, con las que Jia Zhang-ke cierra, finalmente, el círculo.
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