Interesante película. Sigue la estela que Yasujiro Ozu trazó de cine costumbrista donde se cuenta y se denuncia la desestructuración de las familias japonesas de clase media a mediados del pasado siglo, lo que significa que 123 minutos pueden llegar a ser muchos si los protagonistas se van a pasar mucho tiempo parados de rodillas frente a una mesa mientras se toman un té o un sake, como bien advierte Takeshi Kitano en su última película. Aun así, me ha gustado. Un saludo.