Deliciosa. Al contrario que la del camello que llora, que no me moló nada, esta me ha gustado, y mucho. A pesar de lo tremendamente sencilla que es y de que no pase casi nada, está hecha con tanto mimo y buen hacer que consigue despertar un cúmulo de sensaciones y ayuda a entender por qué hay quien a esto del cine lo llama arte.