jidaigekipedia.comLas muñecas del ShogunLa última entrega de la saga clásica la dirige Kazuo Ikehiro, rescatando para la introducción los primeros minutos de A Trail of Traps. Si comparamos las imágenes, evidenciamos la pobre calidad del DVD de Flyfot Swordplay, que supone además un hándicap a la hora de valorar las escenas de acción, rodadas en su mayor parte de noche y con escasa visibilidad. Pataletas aparte, el título internacional de la obra me ha llamado la atención por emplear la palabra flyfot en lugar de swastika, a pesar de ser menos adecuado para traducir el manji japonés. Es obvio que la película nunca se habría titulado Swastika Swordplay, pero no deja de ser impactante hasta qué punto el nazismo ha dañado un símbolo tan importante en otras culturas orientales (en mi reseña de Inn of Evil podéis encontrar algo más de información).
Sinopsis: Nemuri recibe el encargo de violar a una joven que utiliza el encaprichamiento del señor del clan Kishiwada para controlar todas sus acciones. El espadachín acepta la misión, pero al llevarla a cabo resultan dañadas dos muñecas que custodiaba el feudo para el Shogun. Nuestro protagonista se ofrece para conseguir unos duplicados, aunque lo hará bajo la constante amenaza del clan Shimazu de Satsuma, animado por la situación para eliminar a un rival en la lucha por el poder.
El contexto político, por sorprendente que resulte, parece ser el de la sucesión de Ieyoshi Tokugawa de 1837. En Full Moon Swordsman se databa la aventura en 1841, por lo que no entiendo este viaje en el tiempo. Para hacerlo más confuso, en uno de los diálogos se dice que cuando Ienari sea nombrado Shogun, Tadakuni Mizuno será ascencido a Consejero Mayor. O bien el subtítulo inglés es incorrecto, o bien el guionista ha tenido un lapsus con los nombres. Lo que está claro es que la frase es contradictoria en sí misma, puesto que el nombramiento de Ienari tuvo lugar antes incluso de que naciera Tadakuni.
El que esta entrega me haya parecido una de las peores se debe a que el argumento se olvida por completo durante más de una hora para centrar nuestra atención en el enfrentamiento de Nemuri con Satsuma. Se diría que más que nunca las muñecas son una pobre excusa para mostrarnos unas cuantas escenas de acción y rellenar metraje. Son las mismas trampas de siempre, las mismas violaciones consentidas, el mismo protagonista impasible, y una aventura que carece completamente de interés.
Si hay algo destacable en Flyfot Swordplay son las coreografías grupales en las que los rivales de Nemuri se ponen en fila india para enfrentarse a él de manera individual. El supuesto Jigen-ryu de Satsuma parte de una posición grotesca y nada práctica en la que cada luchador esgrime la espada por encima de la cabeza con la mano derecha invertida. Esta perversión de la postura de la libélula (tonbo gamae) es pura invención cinematográfica. Los combates evidencian que tampoco resulta muy útil.
Puesto que en mi opinión el propio Kazuo Ikehiro resta importancia en su película a las muñecas de Hina (que en teoría deberían ser el motor de la trama), he decidido dedicarles unas lineas como favor al espectador curioso. Estas figuras de madera se visten con atuendos del periodo Heian, y se colocan en un expositor de siete escalones con una jerarquía muy estricta. En la plataforma superior se sitúan las muñecas imperiales, el emperador y la emperatriz; en el segundo escalón hay tres cortesanas sirviendo sake; en el tercero encontramos cinco músicos, cuatro con instrumentos y el cantante con un abanico; el cuarto escalón presenta a dos ministros, uno en cada esquina; en el quinto hay tres samurái; en el sexto hay objetos cuyo uso tiene lugar en palacio; y por último, en la parte inferior se ponen objetos para uso fuera de palacio.
Conforme a lo dicho anteriormente, considero Flyfot Swordplay una de las dos o tres peores cintas de la saga, pero aprovecho la ocasión para rendir mi más sincero homenaje a esta estupenda colección de catorce películas, que quedó para siempre marcada por la pérdida de Raizo Ichikawa. Ante la figura de Nemuri Kyoshiro somos más conscientes de que nos dejó un actor maravilloso.