¡Esa pandilla allzinera!
La peli no está mal, pero podría estar bien —lo que viene a querer decir que tampoco lo está—.
El caso es que es hija de estos tiempos que nos han tocado, de ese miedo cerval a la narración lineal para no resultar previsible, cuando eso no es un factor en sí mismo; de esa manía a trocear y montar, al flashback, que de por sí no es malo, pero que hay que saber ensamblar para que no te quede una cosa deslavazada como esta; de esa falta de fe en la historia que hace que un director prefiera que vayas entendiendo lo menos posible y al final si tal ya te lo explica o, como es el caso, te deja pensando qué narices ha pasado. Y que una peli te deje pensando es bueno menos si te deja pensando qué era su supuesto desenlace.
Como soy amigo del género, veo todo eso una y otra vez. Y de verdad creo que no hace falta, que bien empleado es efectivo, pero que no es un canon a respetar. He visto y leído muchas narraciones lineales a las que no les pasaba nada por serlo; he adivinado por obvio lo que me iban a contar a continuación y eso no le ha restado valor.
Pero no todo es malo: hay dos buenas interpretaciones (que no son de ninguna de las actrices ni del actor de esas capturas de arriba), hay un retrato acertado de algunas cosas bastante actuales y de otras muy japonesas, hay algunos momentos muy logrados y algunos puntos desasosegantes.
Pero le sobran cosas.
(Por supuesto, todo esto puede responder a la novela en la que se basa o al mal trabajo de los dos guionistas que la adaptaron, no lo sé).
En fin, mañana la habré olvidado, por eso la comento hoy.