La trama original de Broken proviene de la novela "Samayou Yaiba" (2004) de Keigo Higashino, referencia insoslayable del género negro y policiaco japonés de las dos últimas décadas. Es el autor de otras obras notables también convertidas en cine o serie, como Galileo o Paradox 13.
De Samayou Yaiba hay una primera adaptación cinematográfica del año 2009, "The Hovering Blade". Ni he leído la novela ni he visto la película japonesa, si bien he leído y visto alguna otra cosa de Higashino y me gusta bastante. En 2014 llegó la versión coreana de la misma historia, "Broken", con Jung Jae-young y Lee Sung-min en los papeles protagonistas, habituales en muchas producciones, cosa que está bien porque son estupendos.
La película empieza como un thriller bastante interesante, la historia de un padre que pierde a su hija, violada y asesinada por unos jóvenes que, además de ser demasiado jóvenes son sociópatas porque es evidente que no muestran ninguna empatía por nadie. Pero poco a poco deriva en lo que da la impresión que el director quiere realmente contar como fondo del film: hacia la mitad de la película hay una media hora más pausada que plantea al espectador el problema de la delincuencia desarrollada por menores y la indefensión de los adultos para protegerse de ella. Sobre este aspecto la película no termina de definirse: amaga con hacer culpable a la sociedad, pero tampoco se decanta del todo. Hay un final con una pequeña cesión a no tirar la toalla en el aspecto educativo, pero es muy mínima. En realidad hay escenas empujando tanto para un sentido como para otro. Por momentos la angustia del padre provoca ganas de machacar la cabeza de los asesinos hasta que no quede ni pulpa. Pero por otro lado, la perseverancia del policía que dirige el caso buscando que no se transgreda la ley y no se tome la justicia por su mano aporta ciertas dosis de esperanza, aun cuando él mismo es consciente de que la justicia "no es totalmente justa"; especialmente cuando, según cuenta la película, sabe que en poco más de 2 años, si llega, un violador y asesino menor puede estar en la calle.
También se introduce en la trama un tema de bullying bastante superficial, y donde curiosamente termina presentando a la víctima como un pusilánime, que además pone de su parte para que los que le acosan terminen muertos si es posible. Y encima su familia también insinúa que ojalá ocurriera. Moralmente la película tiene muy pocas referencias íntegras y rectas, pero desde luego entiende la sensación y los instintos que está provocando en el espectador, exacerbándolos.
El director hace uso de la técnica de dejar pequeñas perlas y detalles por el camino sin explicar su sentido o su causa, para luego ir rellenando los huecos en la recta final de la película, acentuando su sentido dramático. Como punto flojo pondría la mediocre fotografía, especialmente en exteriores de noche, que no se ve casi nada; y las escenas de acción y tensión podían haber sido más nítidas y mejor filmadas.
Es una película triste, produce frustración, pero también hace pensar. ¿Qué haríamos en el caso de estar en la posición de ese hombre? ¿Y si fuéramos el policía? No está mal para un thriller que se antojaba típico y rutinario al comienzo. Le pongo un Ver.