El cine argentino es muy amplio. A veces creo, que es más amplio de lo que se obstinan en hacernos pensar los propios cineastas (o algunos de ellos, quizá lo más conocidos)
Hay mucho, pero hay que salir a buscarlo.
El problema para mí no es el tema, si no la manera de tocarlo. Mendoza no se conforma con la descripción si no que tiene que llevarlo al terreno de "lo mal filmado", o sea, la imagen tiene que ser "horrible". Trapero (para mencionar a un argentino) capaz que puede hacerte la misma película, pero es más delicado. Arma imágenes "bonitas", bien cuidadas. Pero (otra vez
) también suele tener un problema, recuerdo en oleadas El bonaerense, la tendría que volver a ver. Si embargo, recuerdo Elefante blanco.
Tiene un problema diferente a Ma'Rosa, pero es del estilo: Digamos, ya el nombre nos ubica en un lugar, pero luego resulta que los protagonistas son otros (Darín y compañía) los otros, los habitantes del lugar, funcionan como decorado para que no nos olvidemos de dónde estamos. Pero luego, no hay un gramo de empatía, de cariño, nada.
El problema es cómo se retrata al pobre, al marginal, al excluído. Ese es el verdadero problema. Por qué cierto cine se obstina en restarle dignidad. Decisión además, que tampoco sirve para crear consciencia si no todo lo contrario, es otro mecanismo de perpetuación de lo que se está supuestamente denunciando. Dame un poco de aire, digo yo. Para lo otro, como decís vos, ya tengo los noticieros.
Se pueden contar esas historias sin tener que recurrir a golpes bajos. Allí está La Salada de Martín Hsiu para demostrarlo. Esa es una película que tiene amor por sus personajes.
Tampoco es obligatorio ser monotemático.
Un ejemplo que se me ocurre es No quarto do Vanda de Pedro Costa. Es una película descarnadísima, larga encima, con una imagen árida, pero a pesar de todo eso, no hay ensañamiento ni golpes bajos ¿cómo lo logra si en definitiva no parece mostrar nada distinto? bueno, es la posición del director lo que hace diferencia.
Como ejemplo local, se me ocurren las películas y cortos de César Gonzalez (que no sé si seguirá filmando)
Tampoco es lo mismo Raúl Perrone que Sergio Rejtman.
Igual, no hay que confundir el retrato amarillista de la marginalidad con el costumbrismo adocenado (ese sumamente estereotipado en este sentido, ¿por qué filmaron Carancho en algún lugar del conurbano bonaerense? ¿acaso no podría haber funcionado igual si la filmaban enfrente de Tribunales? yo creo que hasta hubiera funcionado mejor) O el mutismo que es otra vertiente. O eso que llaman coming-at-age, historias de madurez, vamos.