jidaigekipedia.comEl fin de una eraRonin-gai fue la primera película de Kazuo Kuroki que tuve el placer de ver hace ya unos años. Desde aquel día otros tres títulos de su filmografía han pasado por mis manos, incluido
The Assessination of Ryoma, una de las obras más aclamadas del jidai-geki. La que hoy nos ocupa, aunque en mi opinión no llega a ese nivel, nos ofrece algo diferente dentro de un género tremendamente explotado, y entre una cantidad ingente de cintas de samuráis llega un punto en que los aficionados buscamos con ahínco aquellas que marcan la diferencia.
La trama gira alrededor de cuatro miserables que luchan por sobrevivir en un mundo que vive sus últimos días. Son talentos desperdiciados en empleos despreciables que apenas les permiten conseguir el dinero necesario para comer al día siguiente. Dos de ellos dicen descender de samuráis, uno fue en otro tiempo maestro de kenjutsu, y el último parece haber dedicado muchas horas al estudio. No hay felicidad en sus vidas, y matan la noche en la posada local gastando sus escasos recursos en sake.
El personaje más interesante sea quizás Toro. Es extremadamente mutable, y si en una escena está a punto de quitarse la vida, al instante le preocupa más el mal olor que desprenden las pajareras del vecino. De los cuatro seguramente sea el menos talentoso. Eso, unido a su inexistente dignidad, le hace conseguir empleos tan humillantes como el de dejarse romper la crisma con un palo a cambio de unas monedas.
La mejor parte del metraje llega al final, y se disfruta apoyada en ese placer que encuentra el espectador en que un grupo de ronin mugrientos pase por encima a samuráis bien vestidos, menos capacitados para la lucha, y que sin embargo disfrutan de una elevada posición que consiguieron por herencia y no por méritos.
Ver a Horo probar su espada en personas vivas, iguales a las que le pagaban por despedazar cadáveres, es la misma gozada que ver a Tsugumo en
Hara-kiri sentarse en un patio y dominar a un clan entero. Transmite la idea de que el espíritu del samurai va dentro de la persona, y que no es algo que se recibe con el cargo. A través de símbolos como la katana, el uniforme blanco, la armadura, el caballo, el seppuku, el orgullo, y el amor, estos cuatro desgraciados abanderan durante unos minutos el verdadero concepto del bushido.
Ronin-gai es una película extremadamente recomendable, bien rodada por un director que cada vez me gusta más, y construida sobre personajes creibles y bien definidos. Con una duración de casi dos horas y un desarrollo bastante lento de la historia, no permite que el espectador disminuya su atención, sino más bien al contrario. Estoy seguro de que este imprescindible del género decepcionará a muy pocos aficionados.
