@Danyyyy: hombre, eso de que se vuelva algo previsible no te digo que no, pero para mí no es tan importante. Y diría que en el cine japonés, al menos de la época clásica, pasaba con frecuencia un poco como con los griegos cuando iban a la tragedia: todo el mundo sabía cómo acababa la cosa (trágicamente, desde luego
); la gracia está en el cómo, en los detalles, etc. Si no, y vuelvo a Japón, no se explicaría lo de que hicieran tropecientos Chushinguras (todo el mundo sabe el final: ¡todos muertos!
), decenas de Yotsuya Kaidan's (como caso límite, la de Misumi y la de Nakagawa se estrenaron en julio de 1959 con diez días de diferencia!), y mil etcéteras. Y en ésta,
Karami-ai, el final se conoce (salvo algún detalle) desde el principio
con la Kishi en plan ricachona dándose un garbeo por la city mirando en las tiendas más caras. De todos modos es curioso porque en la siguiente de Kobayashi,
Hara-kiri, el factor sorpresa juega un importante papel, y es una película que a partir de la segunda vez ya no se ve igual. Por cierto, qué versatilidad la de Kobayashi: de
La condición humana a
Karami-ai y después
Seppuku...
Kobayashi, Nakadai, Minoru Chiaki, Keiko Kishi, Mikijiro Hira... ¿qué más se puede pedir...?
Jejeje, pues... Seiji Miyaguchi, Sô Yamamura, Misako Watanabe... Menudo elenco. En pequeños papeles salen también la entrañable Noriko Sengoku, Toru Abe de poli, Kei Sato de poli en bici, Koji Mitsui haciendo foticos, y Kunie Tanaka de macarra
Ah, un pequeño comentario sobre los subs: al final renuncié a traducir el título, al explicarme un pajarito que eso de
Karami-ai es en efecto un enredo, lío, maraña o entrelazamiento, pero con fuertes connotaciones carnales; vaya, que era un pelín difícil de reflejar en una o dos palabras.
Saludos