Otra gran película crepuscular para esta época turbia y decadente del cine de Hong Kong. Otra mirada a un mundo que desaparece, donde el propio drama parece mostrar la angustia por el histórico cambio político que se iba a producir. Y es que es una película sobre una mujer, feliz hasta que su marido la abandona y entonces es incapaz de vivir independientemente, es incapaz de olvidar lo que una vez fue. La metáfora está ahí, pero como es habitual en el cine cantonés, no se pierde mucho tiempo en ella. Las pretensiones de la película no se muestran, si algo grande tenía el cine de aquella época era su habilidad para no mostrarse, por pegarse (y pegar al espectador) al drama que estaba contando, dejando los altos pensamientos para lecturas posteriores. Y funciona, porque además de un intenso melodrama es una película bellísima, basada en el plano corto y fugaz, marca de un cine que ya no volverá a ser.
Quizás lo único que me ha fallado es esa visión algo cursilona de la maternidad. Además, sientes tan cercano el drama de la protagonista, que luego te duele verla sufrir, o ver que el director le obliga a hacer cosas que no nos gustan. Me pareció algo cruel e injusto, especialmente la parte final. Pero bueno, esto hablando en un nivel en el que se mueven muy muy pocas películas.