Os traigo una de las películas japonesas imprescindibles que nos faltaban dentro del cine basado en la Segunda Guerra Mundial, quizás con mucha más repercusión histórica por haberse filmado precisamente durante el conflicto. Fue elegida mejor película japonesa de 1942 según el listado Kinema Jumpo, último año que se elaboró la lista de diez mejores películas anuales debido al conflicto bélico, posteriormente se retomarían los listados en 1946.
La Segunda Guerra Mundial proyectaba una larga sombra para la industria cinematográfica mundial. Anteriormente a la Segunda Guerra Mundial, las ambiciones militares de Japón ya habían dado lugar a un estrecho control sobre la realización de películas donde practicamente todas las formas de cine radical o crítica social eran cosa del pasado. Hay que tener bien presente que ésta película se rodó con motivo del primer aniversario de los ataques de Pearl Harbor, estrategia que se diseñó para eliminar la amenaza que EE.UU. representaba para la dominación japonesa de la región, y que fue por supuesto la acción que desató la guerra en el Pacífico .
Durante la contienda bélica, el cine japonés asumió un papel mucho más importante que un simple entretenimiento. Mientras que las películas propagandísticas de Estados Unidos o Reino Unido fueron resultado de una respuesta a los sentimientos de resistencia que ya existía entre gran parte de la sociedad, en Japón (como en Alemania), se hicieron las películas bajo las órdenes directas del Estado. Películas pro-japonesas ya habían sido distribuidas con éxito en China y Corea en los años previos a la Segunda Guerra Mundial, pero a partir de 1942, las películas propagandísticas japonesas fueron producidas específicamente para el público japonés como parte del esfuerzo de guerra.
Otro de los aspectos más interesantes de la película derivan de sus logros técnicos. El director Kajiro Yamamoto, mentor de Akira Kurosawa durante la década de 1930, contrató para el trabajo de efectos especiales al excepcional Eiji Tsuburaya, conocido hoy en día por haber sido co-creador de Godzilla, así como el cerebro detrás de la serie de televisión Ultraman. En 1939, el ex camarógrafo Tsuburaya fue puesto a cargo de la producción de efectos visuales en los estudios Toho, trabajando entre otros títulos en éste que nos ocupa. Cuenta la leyenda que una vez finalizado el conflicto, el trabajo de recreación de los ataques de Pearl Harbor a través de modelaje y pirotecnia, se vendió a Frank Capra para su uso en los noticiarios de Movietone como imágenes reales de los ataques.
Es importante recalcar que, a diferencia de la gran mayoría de películas basadas en la Segunda Guerra Mundial, esta se filmó mientras las hostilidades estaban en curso, por tanto el público japonés no podía ver la película con la perspectiva histórica que vemos ahora. Esta obra no fue diseñada como un entretenimiento, sino para inspirar lealtad y convencer a los jóvenes para que se alistaran en el ejército. Este tipo de cine propagandístico se siguió haciendo durante los próximos cuatro años, aproximadamente hasta los bombardeos de Hiroshima y Nagasaki.
En resumen, tenéis la mejor película japonesa del año, y para más inri, un ejemplo propagandístico rodado en época de conflicto... ahh... y Setsuko Hara, casi nada.
Sinopsis:
En plena Segunda Guerra Mundial, los hermanos Tomoda y Tadaaki seguirán el duro camino hacia la excelencia militar.