Película extraña, en la que Derek Chiu parece que quiso probar fortuna de las maneras más diversas, y que consigue parcialmente su objetivo, siendo por momentos algo aburrida. Además de tener que soportar a Michael Wong y una cámara fructuante, la película sufre un poco de indefinición a unos cuantos niveles, y tan sólo cuando llega su última media hora y Kent Cheng puede dar rienda suelta a su talento (que es mucho) podemos asistir a algún que otro momento brillante y un buen final.