Una joyita como ya habéis dicho, aunque con sus peros. Guarda bastantes paralelismos con la obra póstuma de Kurosawa Madadayo, tratando de manera muy similar el respeto y la admiración en la relación alumno-profesor aunque con un enfoque muy diferente. Mientras que en la de Kinoshita es la profesora la que intenta ayudar arrojando algo de esperanza a sus alumnos con las desgracias que les suceden en mayor o menor medida, en la de Kurosawa son los alumnos los que ayudan al profesor a salir adelante y darlo todo por encauzar su vida.
Aún coincidiendo ambas en líneas generales en los valores de la relación alumno-profesor, la de Kinoshita me ha tocado la fibra sensible de una manera muy especial porque más allá de lo dicho anteriormente me ha parecido encontrar una hermosisima historia coral sobre la amistad, ya sea entre los alumnos y estos con su profesora. De esas historias en las que el paso del tiempo juega un papel muy importante en las que al principio todo resulta idilico sin preocupaciones y donde más se te quedan grabados a fuego los recuerdos, pero pasa el tiempo y la gente viene y se va, con sus alegrías y sus penas.
Pero entonces no hay mayor placer que pese a las adversidades, poder reunirse trás muchos años con aquellos amigos del pasado, que creías que no volverías a ver, que han cambiado y sufrido, para bien o para mal, haciendo que afloren los recuerdos de ese idilico pasado haciéndose de ese encuentro algo inolvidable que te hace apreciar la vida con mayor pasión.
Creo que los últimos minutos de la película reflejan perfectamente lo que quiero decir, simplemente modélicos.
Pero como ya dije la película tiene algunos peros. Los primero creo que se hace algo larga para lo que se quiere contar aparte de que Kinoshita narra de una manera algo tosca e impersonal. Y por otro lado coincido plenamente con Desártico en que se abusa demasiado de la lágrima fácil. Con esto me vino a la mente la película Madre de Naruse, en la que con sutiles saltos temporales iba obviando de manera inteligente los hechos dramáticos para que en conjunto la película se tornara muy positiva y vitalista. Kinoshita todo lo contrario, mantiene y se recrea incluso demasiado en los pasajes dramáticos llegando a resultar en muchas ocasiones bastante forzados.
Pero como ya digo, Twenty-Four Eyes tiene muchas cosas magistrales que no se dejan empañar por sus defectos: una fotografía preciosa, unas actuaciones de los pequeños y ya no tan pequeños que sin ser una maravilla te roban el corazón, una Hideko Takamine muy notable en la evolución tanto fisica como emocional de su personaje, sin contar las evidentes criticas a la sociedad en relación al papel de la mujer en el trabajo, pero sobretodo ese canto a la amistad que traspasa las barreras del tiempo y las adversidades.
Sin duda se merece el status de película de culto muy querida en su pais. Imprescindible. 8/10
