Hola, comunidad.
Me estoy viendo la quinta temporada de
Game of Thrones (¿alguien no se la está viendo?
) y, como las anteriores, narra hechos extraordinarios que le ocurren a personajes extraordinarios, pero no consigo (no consiguen) que me importe en absoluto lo que llevan contándome desde hace años. Con esta fascinante película me ha pasado todo lo contrario: me ha hipnotizado, me ha importado lo que me contaban, me ha emocionado y me ha maravillado. Y son todo cosas normales que les pasan a personas normales. Bueno, de hecho, como sabéis, es la biografía del personaje central (interpretado en la vejez por él mismo), vehículo para recrear unos cuantos lustros, los últimos, de la colonización japonesa de Taiwán. Esto es: en el mejor de los casos, son hechos que además ya conocemos. ¿Entonces, por qué me resulta más interesante que los dragones, la épica y los (estupendos) desnudos de la serie? No lo sé. Supongo que porque yo soy así y me gusta el costumbrismo.
No me malinterpretéis (o dejad que me explique mejor): esto no es ningún posicionamiento entre el naturalismo, el
cinéma vérité, la composición narrativa clásica, la ficción, el realismo ni nada así. Quiero pensar que soy un espectador tan versátil como el cine mismo. Es simplemente que esta película es una obra maestra, la máxima expresión del cine en una de sus formas.
Encuadres fijos (puedes contar los movimientos de cámara con los dedos de una mano) y actores entrando y saliendo de plano. Tanto en interior como en exterior. Una iluminación, una fotografía maravillosa, un diseño de producción insuperable y unas actuaciones memorables para recrear... la vida, la real, sin grandes aspavientos: unos romances, unos problemas familiares, un modo de vida, nacimientos, trabajos, muertes... pero nada sobredramatizado, nada que alce la voz sobre el susurro de la historia, la de unos treinta o cuarenta años de Taiwán.
Cuando ha acabado, mi chica y yo nos hemos mirado con cara de
qué puta pasada nos acabamos de ver.