Continua la saga. Porque esto es verdaderamente una saga en todo su esplendor.
Oryu aparece más ducha con la hoja, pero también se la ve más madura, con mayor temple, lo que es decir. Como siempre, ella es un ejemplo de rectitud y generosidad. Nuevamente a ella le sale un novio y ya se sabe como termina la cosa
Pero esta vez, además se dedica a la infraestructura, así su mito se diversifica.
El final, ya se lo conoce y en esta oportunidad no hay escenas de juego, ni desafio a los dados.
En fin. Una cuarta parte de una saga ya consolidada a estas alturas, con personajes ya conocidos y actores idem que van cambiando de personaje (lo que podría constituir una metáfora pura)