Últimamente parece que Toru Murakawa está de suerte. O, al menos, nos encontramos con sus películas con subtítulos en inglés. Un lujo. Esos nos permite descubrir algo así como un estado intermedio entre el cine de yakuzas que se hacía y el cine de yakuzas que se hizo. O entre el cine negro. Él se movió en los ochenta (también finales de los setenta), fundamentalmente, y películas como Resurrection of the golden wolf, The beast to die o The most dangerous game (algunas con su actor fetiche Yusaku Matsuda), que duda cabe que marcaron una cierta estética luego recogida por gente como Takashi Miike o Takashi Ishii.
El caso es que ahora nos llega otra más, algo posterior a todas estas: Break out. Como curiosidad, su protagonista es el protagonista de la última película de Takashi Kitano, y bueno, la película es un nuevo ejercicio nihilista de una oscuridad y pesimismo notables. El policía protagonista está empeñado en dos cosas: cuidar sus dientes y hacer las cosas a su manera. Eso no le ayuda mucho en el día al día. Un día aparece un música asesinado y tirando tirando acaba con la yakuza por el medio y un político al que se la ha ido la mano en sus aventuras sexuales. Entre medias, una cantante y un asesino a sueldo chino (o que le gusta vestir como a los chinos).
El resultado es una película muy de los ochenta, que por un exceso de brillo en la fotografía parece directa a vídeo, aunque seguramente no lo sea, porque tiene un buen acabado, y perfecta para pasar un buen rato una tarde lluviosa. No es poco.
