Me están gustando bastante las pelis con las que empezó Mizoguchi los años 1950. Ésta la repasé hace un par de días y toca unos cuantos temas delicados. En esta ocasión me llamó la atención el que, entre las vertientes de la lucha y caos de valores de la postguerra que se reflejan, se retrata a una cierta juventud curiosamente cercana a la célebre «tribu del sol», sólo que cinco años antes de la moda ídem y todavía sin rock'n'roll (de hecho, lo que escuchan es un jazz bastante viejito para 1951
, no sé si por torpeza de quien eligió los discos o por otros motivos). No sé si estuvo muy acertada tampoco la elección de la pareja protagonista: Kinuyo Tanaka siempre fue bella, pero me cuesta verla aquí ya cuarentona enamorando a jovencitos como este Akihiko Katayama (Tsutomu). Pero bueno, la peli es ágil, el mensaje –sea cual sea, pues admite muchas interpretaciones– es contundente y el retrato del susodicho conflicto, descarnado. Pobre Stendhal, sin embargo