Uno de los grandes trabajos de Uchida, esta película es una fiesta visual, adaptada por Yoshikata Yoda de un juego de títeres tradicional. Al prescindir del naturalismo, Uchida utiliza conjuntos expresionistas y esquemas de colores para transmitir los estados de ánimo cambiantes de un protagonista enloquecido por el dolor después de perder a su amante. Algunas escenas están rodadas contra fondos teatrales inspirados en el teatro kabuki y la danza tradicional; otras se desarrollan en conjuntos de colores que recuerdan a las pinturas tradicionales.
La historia, descripción de Don Fernando, sería algo así: Por una serie de avatares que ocupan la primera parte de la peli, un aprendiz de astrólogo escapa por su vida con un pergamino donde está escrito el destino del emperador. Durante su fuga, salvará la vida de una zorra del bosque que se camuflaba como una inocente abuelita, siendo herido. En la mitología de Japón, los zorros son seres mágicos que pueden adoptar cualquier forma. La abuelita zorra encarga a su nieta que tome la forma de una chica del pueblo y cuide del muchacho durante unos días hasta que sus heridas sanen. Pero le advierte una cosa: No deberá nunca enamorarse de él. En el momento que se enamore, la muchacha nunca podrá regresar con los de su raza y, si el muchacho averigua que ella es una zorra, deberá abandonarle para siempre.