Si pensamos en cine clásico japonés, seguramente a todos nos vengan a la cabeza nombres como Nikkatsu, Toei, Shochiku, Daiei, Toho o, quizás en menor medida, Shin-Toho, una serie de estudios cinematográficos que durante largos periodos de la historia local monopolizaron no solo la producción cinematográfica, sino también la distribución y la exhibición. Eso es algo muy normal en Asia, que las productoras también posean las redes de exhibición y por tanto de distribución. Pero, a su vez, dentro de este cine clásico, han existido momentos en que por diversas circunstancias (crisis políticas, huelgas sindicales, etc) muchos artistas han decidido volar solos y fundar sus propias compañías, erigiéndose en estandartes del cine independiente de los grandes estudios. Esta independencia no solo se ve a nivel económico, sino, y quizás más importante, a nivel artístico, saliéndose del panorama monotemático que muchas veces absorbía a los grandes estudios, que producían películas de géneros y estilos muy específicos orientadas al gusto de las masas y el beneficio rápido.
Sea como fuere, hoy viajamos al periodo comprendido entre 1961 y mediados de la década de 1980, un momento que vería el resurgir del cine independiente a nivel temático y artístico, -incluso comercial y de proyección internacional-, después del periodo dorado de este tipo de productos que se produjo a principios de la década de 1950. Pero hacer películas fuera de los canales mayoritarios tenía el gran problema de la exhibición, y ahí entró la Art Theatre Guild, una compañía que se convirtió en epicentro cultural de la exhibición de cine independiente, y otras expresiones artísticas, en su pequeña red de cines y teatros, para luego pasarse a la co-producción de algunas de las películas más emblemáticas del cine japonés de vanguardia de la época.
Hablar de la ATG es hablar del cine político y reivindicativo de Nagisa Oshima, del cine vanguardista de Shuji Terayama o Toshio Matsumoto, es hablar del erótico político guerrillero de Koji Wakamatsu y Masao Adachi, es hablar de Yoshishige Yoshida, Akio Jissoji, Susumu Hani, Hiroshi Teshigahara y tantos otros realizadores; es descubrir un mundo muy diferente a los Jidai-geki o el Yakuza action de la época. Construimos este InFocus sobre 6 películas que muestran todo lo que dio de si esta era de los independientes.
Aunque la primera película que co-produjo la ATG fue A Man Vanishes de Shoihei Imamura, la película fue prácticamente realizada en su totalidad por la productora del director. Así, la primera película producida por la distribuidora fue Death by Hanging de Nagisha Oshima, una rocambolesca historia sobre un condenado a muerte que no llega a morir durante su ejecución, y este hecho le produce una amnesia que pone en jaque al sistema, ya que como vas ejecutar a alguien por un crimen que no recuerda haber cometido. Una ironía impactante por la seriedad con que cada cual se toma sus quehaceres, generando un halo desconcertante por momentos.
Buena parte de las producciones independientes de la época estaban marcadas por el fuerte clima político de aquellos años, las protestas contra el tratado entre Japón y EEUU, el ambiente de liberación personal y social, y el choque entre la modernidad y las tradiciones. Pero fuera de este contexto algunos realizadores querían experimentar con la forma y la narrativa, y este es el caso de Funeral Paradise of Rose de Toshio Matsumoto, todo un clásico del avant-garde japones que adapta, de forma muy personal y libre, la tragedia de Sofoclés Oedipus Rex.
Las siguientes dos películas vuelven al cine protesta. The Man Who Left His Will on Film es una metafórica película de Oshima que se ambienta en la muerte de un joven realizador activista que grababa las protestas contra el tratado entre Japón y EEUU. Sus compañeros encuentran su material, pero solo ven imágenes sin aparente sentido, hasta que uno de ellos se obsesiona con el tema. Ecstasy of the angels es una de las últimas obras del tandem Koji Wakamatsu y Masao Adachi, que tomarían el cine erótico o pinku eiga para convertirlo en un cine de guerrilla izquierdista antisistema -resumiendo mucho el concepto- con momentos muy impactantes.
Himiko está considerada una de las obras maestras de Masahiro Shinoda. Rodada en 1974, fue la última película que realizó como cineasta independiente. Esta historia fantástica se basa en la figura de la emperatriz Himiko y estuvo presente en la 27 edición de Cannes. La última película que nos ocupa también estuvo en Cannes, al año siguiente. Pastoral: To Die In the Country es una de las grandes obras, y suerte de autobiografía onírica y fantasmagórica, del artista Shuji Terayama.
Y no me extenderé mucho más en este texto, ya que hace unos meses publicamos en Asiateca un especial sobre la ATG con algunos artículos y biografías muy interesantes que os ayudaran a contextualizar y encontrar muchas películas de la época y muchas obras que han quedado fuera de esta pequeña introducción.
"La Art Theatre Guild y el cine independiente japonés" es un InFocus de Alikuekano para el Festival Allzine.
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