Bueno, aquí os traigo, después de algún tiempo, mi segunda ficha.
Se trata de una película esencial en la Historia del Cine japonés, una de esas pocas joyas que todavía no estaban presentes en Allzine.
A principios, Tetsuji Takechi era una estrella del teatro kabuki y de la televisión. En el teatro, se había convertido en uno de los mayores renovadores del género tras la segunda guerra mundial. Tanto es así, que acabó haciendo un programa de televisión sobre el kabuki que le reportó gran fama. Así que su siguiente paso fue el asalto al cine, medio que Takechi afrontó como un arte más, alejándose por completo de los temas y lugares comunes del cine japonés del momento. Takechi es uno de esos autores que llegan al cine procedente de otras disciplinas y consiguen otorgarle una nueva mirada al medio. En Japón tenemos otros ejemplos, sin ir más lejos (en tiempo), Hiroshi Teshigahara. Su primera película fue un docudrama sobre la vida sexual de una mujer (A Night In Japan: Woman, Woman, Woman Story) que consiguió bastante éxito, siendo distribuida fuera de su país, todo un hito para una ópera prima rodada en el circuito independiente.
Tras el éxito de su primera obra, la Shochiku decidió distribuir la siguiente película de Takechi, otorgándole gran publicidad y libertad de acción (la película seguía siendo una producción del director). Takechi estaba en la cresta de la ola y no dudó un instante en utilizarlo para llevar al máximo todas sus obsesiones, despreocupándose de todo lo demás. Ese mismo año, Seijun Suzuki estrenó Gates of Flesh, la primera película comercial japonesa en mostrar desnudos femeninos, lo que envalentonó todavía más a Takechi, que fue un paso más allá, hablando abiertamente de la sexualidad femenina.
Se trataba de Daydream, la película que hoy os traigo aquí. Se trata de un proyecto largamente ansiado por Takechi, que llevaba una década intentando adaptar el relato de su amigo Junichiro Tanizaki. Tras intentar llevarla a la ópera y al musical, Takechi finalmente se decidió por el cine. Y acertó plenamente. Ya que difícilmente podemos imaginar todo el mundo onírico que despliega en otro medio que no fuera el cine. A través del deseo sexual de un hombre, Takechi empieza a imaginar extraños mundos basados en el deseo, en las relaciones de poder entre hombre y mujer, entre las perversiones más ocultas de nuestro ser. La película tiene una planificación totalmente desbordante, con encuadres imposibles, movimientos de cámara mareantes y ambientes oscuros, a la vez que sugerentes. De compararla con la obra de otro director, sería con David Lynch, especialmente sus últimas dos películas, Mulholland Drive e Inland Empire, historias de mujeres reprimidas que consiguen, mediante la experimentación de sus sueños más profundos, liberarse de sus cadenas autoimpuestas. Y eso es más o menos lo que hace Takechi en Daydream. Una exploración retorcida y compleja del hombre (y mujer) japonés, al tiempo que una dura crítica a la represión social del país, a la alienación cultural y a la pérdida de identidad fruto del desarrollo económico que había vivido el país en la última década.
Y aunque sea considerada la primera obra maestra del pinku eiga, os puedo decir que es muchísimo más. Bueno, para empezar, tampoco es muy pinku. Las escenas de sexo son más bien expresiones oníricas, poco explícitas, aunque algunos desnudos sí que hay. El erotismo para Takechi es algo más que la exposición de cuerpos desnudos. Es una sensación, una exploración de cuerpos, objetos y ambientes. Pero, como dice el propio director al principio de la película, su objetivo no es saciar sexualmente al espectador, sino utilizar el sexo como mecanismo para plantear una crítica política y social. Daydream será una película pionera en Japón, a la vez que fundamental, porque introducirá la idea del sexo como elemento subversivo, algo que luego continuarán de manera memorable otros directores como Koji Wakamatsu, Tatsumi Kumashiro o Noboru Tanaka (es posible que pronto tendréis noticias mías al respecto).
La película volvió a ser un éxito rotundo, pese a que se topó con la censura en su camino. Algunas escenas tuvieron que ser atenuadas con los famosos puntos negros, pero no impidió que se convirtiera en una de las películas del año, pese a sus pretensiones intelectuales. Además, volvió a ser estrenada en el extranjero, consiguiendo el honor de ser presentada en el Festival de Cine de Venecia de ese mismo año. Sin embargo, el triunfo de Daydream sería el principio de los problemas de Takechi, que en su cruzada por la libertad sexual y artística se encontraría con la censura y con unos estudios japoneses que todavía no estaban preparados para la revolución. Pero esa ya es otra historia...
Y nada más, decir que he traducido el poco texto (algo más de 100 líneas) del subtítulo, así que en unos minutos tendréis la película lista para disfrutar en sus mejores condiciones.
Espero que la disfrutéis.
P.D. No he subido la portada a la base de datos porque me daba error... espero que me perdonéis el pequeño desliz.