¡Hola, gente toda!
Ocho años después y yo ando ahora con la vaina filipina en general y con Raya Martin en concreto. Me sorprende un poco la cosa maniquea de algunos comentarios (muy) anteriores, porque creo yo que no da para tanto: cualquiera que haya intentado aprender a contar cosas ha hecho pruebas, experimentos, ejercicios como éste u otros equivalentes en diferentes disciplinas. Vaya por delante que el pino filipino me tiene encantado. Y que estas cosas me gustan. Así que bravo, coño. Pero no es tan extremo como pudiera parecer.
Me gustó más el
Indio Nacional, que vi hace poco, pero ésta también me ha gustado. Por supuesto, no funciona con cualquiera ni lo pretende; esta autohistoria se contiene a sí misma y es autoexplicativa sólo si sabes quiénes fueron Andres y Procopio Bonifacio. Pero si estás viéndola, sabes quiénes fueron. Es no sólo una prerrogativa del autor, sino la naturaleza misma, la intención de su diálogo. Me ha gustado especialmente el tramo intermedio, porque la narración está construida con segmentos que comparten un solo vértice: pasada la media hora de metraje, cuando en dos líneas de subtítulos se citan esos dos nombres.
Por ir al grano y hablar de lo que ha pensado todo aquel que haya visto la película: yo celebro que Raya Martin se decida por abrir con 30 minutos de metraje de un tío caminando por la calle de noche y grabado desde la otra acera con el móvil de su abuela. Lo que la imagen tiene no es grano, es garbanzo. Y posiblemente sea la media hora menos significativa del propio filme. No importa. Y tampoco veo, cómo decirlo,
postureo; el resultado no es pedante ni grandilocuente.
Me está gustando mucho conocer a este director. Le encuentro maneras de buen narrador y recursos que nos deberían alentar: casi cualquiera de nosotros se puede permitir rodar esta película. El signo de nuestros tiempos: con el Mac en el que escribo esto, algo del software que ya tiene y un par de periféricos, me grabo un disco. O a lo que vamos: con la handy, un trípode, dos teléfonos, un coche, una linterna y cuatro colegas, grabas esta peli. Eso es magnífico en sí mismo, premia la creatividad. Y te encuentras con gente como Raya. Y punto.
Creo que voy a seguir con
Buenas noches, España.