Enésima entrega de la célebre saga: «Setsuko Hara: who needs subs?» (tranquilos, ya me quedan muy pocas). Éste es el prometido Shimazu
raro del que hablaba hace unos días. Shimazu hizo un buen lote de películas en los años 1940 antes de fallecer en 1945, pero de momento muy pocas son las que circulan (me pregunto si el resto se conservan) y ésta,
Midori no daichi, estrenada en abril de 1942, parece ser la más «nueva» disponible en esos mundos (pero ni de lejos fue la última).
De nuevo se trata de un film que no se halla en los videoclubs y sitios usuales pero que de alguna manera ha llegado al popular tutubo y puede verse alegremente
allá. La copia, que procede del mismo canal de TV del que proceden un buen montón de Naruses y creo que Ozus (fijaos, si podéis, en la mosca abajo a la derecha en los fotogramas), pixela bastante y, lo que es peor, es a ratos «temblorosa», ya que hay pocos frames por segundo, al menos en amplias secciones de la película. Pero bueno, lo tomas o lo dejas: yo lo tomo; y lo dicho: con Setsuko, no me hacen falta subs
Sin embargo en este caso, confieso, se echan de menos: aunque un Shimazu es un Shimazu, palabras mayores, y la película es una delicia visualmente, los diálogos tienen evidente peso y no comprenderlos supone enterarse de bastante poco de lo que ocurre. Hallé una
sinopsis en japonés pero con esa locura del google-translate bien poco pude sacar en claro. Se trata de una de esas películas que llaman «corales», en las que hay un batallón de personajes y subtramas que se enlazan (ése es uno de los puntos donde se nota la buena mano de Shimazu: de nuevo lo digo desde el punto de vista puramente visual). A grandes trazos, hasta donde llego, la sinopsis sería algo así: un grupo de personas se conocen (o ya se conocían pero la cosa es que coinciden) en un barco que va a la China bajo dominio nipón (Manchuria probablemente). Como en dos de las películas de la trilogía de Shirley Yamaguchi y Kazuo Hasegawa, el trasfondo político-económico son los progresos aportados por Japón a esas tierras bárbaras: los personajes japoneses son familias de industriales trayendo la civilización a ese pueblo a veces demasiado rebelde, aunque hay de todo: los buenos chinos que se dejan conducir por la gentil mano paternal nipona, y los huraños saboteadores. Aunque aquí el rollo de sabotaje y espionaje industrial es más sutil que en las pelis recién aludidas (no hay tiros ni dinamita, que yo recuerde). Uno de los «buenos» chinos es, por cierto, un muy joven Ryo Ikebe.
Del apartado Setsuko Hara, diré para comenzar que es
falso lo que había leído en varios sitios (incluyendo la wiki japonesa) de que Setsuko Hara habría hecho su primer papel de madre en
Nobuko Rides on a Cloud (1955): ¡mentira!
A las pruebas me remito: arriba he puesto tres fotogramas de Setsuko armada de bebé concebido (en el celuloide) con ayuda de su marido (en la peli) Susumu Fujita. Refutado el craso error, añadiré que Setsuko (21 años, pero aparentando más para dar el pego) tiene bastante papel en esta película, o sea que quien –como yo– busque «fan service», va servido