Kumakiri es un director muy interesante, para mí uno de los más destacados de Japón es los últimos años, y esta película no hace más que confirmarlo. Quizá se trate de su obra más convencional y clásica hasta la fecha, muy bellamente fotografiada y rodada, con grandes interpretaciones pero, y este es mi único pero, su montaje y su, en mi opinión, algo abusivo uso de la elipsis narrativa, la hacen un poco confusa, en ocasiones gratuitamente.
Salvo esto, me ha parecido una película sobresaliente que está entre lo mejor de la producción nipona del 2013. ¡Imprescindible!