La verdad que viendo a lo que nos tiene acostumbrado Sono, tenía otras expectativas. Me ha dejado algo indiferente, es más, una gran película suele revolotearme en la mente días después de haberla visto, en éste caso ni me ha venido a la cabeza. Y digo una gran película, porque considero que grandes películas son sobre todo las que te dejan huella, para bien o para mal, precisamente es eso lo que pretende el cine, transmitir. No es que la que nos ocupa sea mala, simplemente cuando veo Sono, quiero ver Sono, no sé si me explico jeje. El director sigue en su línea de mostrar familias desestructuradas y de exaltar el caos dentro del caos, aunque esta vez ha bajado enormemente el listón de su perversión y erotismo, cosa que me ha chocado bastante, y más teniendo en el elenco a esa Diosa japonesa llamada Megumi. Quien sabe, quizás ahora que está casado con Megumi ya no la veremos más las tetas jeje. Por otro lado, trabajo magistral de dirección, consigue plasmar perfectamente la evolución de los personajes principales y su progresiva decadencia. En conclución, un gran drama, aunque sin esa perversión a la que nos tiene acostumbrado Sono.