Una de cal y otra de arena tuve con esta película. Su primera mitad me maravilló, la disfruté muchísimo tanto en el cuento infantil de transfondo como en la exposición de ese pueblo que parece vivir fuera del mundo, pero en su segunda mitad todo se me desmorona y perdí el interés en lo que estaba viendo. Curiosamente, fue justo al tomar tintes dramáticos cuando la historia pierde su caracter mágico y entra en lo trivial.
Pero bueno, al menos pude disfrutar de Ayumi Ito y de algunas escenas de cámara en mano mareantes que me recordaron muchísimo a mi adorado melenas (Iwai, claro). Ah, y que punto ver al crio de Install después de pegar el estirón.
Bastante por debajo en mi opinión de las sensacionales A Day on the Planet y Crying Out Love, in the Center of the World