Hee-il es un director muy irregular, así que tenía bastantes reservas antes de enfrentarme a esta obra, pero finalmente ha resultado ser una película más contenida y acertada de lo que preveía, y me ha gustado bastante, pese a que sus defectos habituales siguen estando presentes aquí, como en toda su producción (especialmente ese gusto por los personajes inexpresivos y parcos en palabras, pero no al estilo Kim Ki-duk, donde las palabras no son necesarias, sino de una forma que resulta forzada, como una decisión de guión impuesta a los personajes sin tenerlos en cuenta a ellos mismos, lo cual muchas veces juega en contra de su verosimilitud). Por suerte, en esta ocasión el final no se le ha escapado de las manos con giros acrobáticos inexplicables, y resulta bastante más apropiado y creíble.
Si puliera algunos de estos vicios que repite constantemente, creo que podría dirigir una gran película. De momento, se quedan en obras recomendables.