Pues no coincido con casi nadie y si lo hago es de forma sesgada. (Contiene SPOILERS)
El clima que le imprime Ann Hui a lo largo de los primeros tres cuartos de film es bucólico e irreal, con jueguecitos morales acerca de principos personales y honestidad que parecen un tanto inocentones, pero que precisamente por dicha naturaleza, luego se muestran imprescindibles durante todo el tramo final y su consecución. Mientras tanto, la partitura de Hisaishi sabe a lo que juega, quizás porque Hisaishi es siempre poco sutil, tendiendo a la melodia univoca y a adueñarse de los espacios, del mismo modo que las imágenes perfectamente proyectadas, diseñadas por el cinematógrafo con un encanto especial (no lo conocía, nunca es tarde) que visten los pequeños capítulos que se suceden.
De repente, el suceso imprevisto y la película cambia por completo para darle un cariz más profundo a lo anteriormente visto. Aparece su hija y por un momento parece que la película iba sobra la decadencia, el paso a la vejez, la sublevación a los límites de la carne y el espacio (Shanghai queda homenajeado durante cada plano de la proyección)... pero no, de repente se revela el pasado, el éxodo de la mujer-ahora-anciana, y todo el juego irreal anterior (magnífico título por cierto: The Postmodern Life...) se torna todo en un fábula moral sobre como los sueños acaban, como es imposible huir sin afrontar, como la vida se compone de necesidades básicas imosibles de eludir, como los lazos familiares a los que se ve empujada la protagonista durante la coda final, un discurso que funciona de forma sorprendente, tan sólo debido a que Ann Hui no intenta dar lecciones, construye desde abajo y con unas pretensiones formales mucho más ricas y variadas que las de Hisaishi (compositor que admiré en un su momento, pero que me ha acabado por desencantar debido a que juega siempre a lo mismo sin arriesgarse en nada, a vivir de la fórmula del cántico preciosita monocromático) el cual no cambia el tono de su discurso al final del film.
En fin, una película algo dispersa al inicio, pero que logra una coherencia maravillosa al final lo cual hasta justifica todo lo anterior.
PD - Si os gusta Hisaishi, dadle una oportunidad a Shin Ikyung (que trabaja en Musikdorf junto a Lee Byungwoo), a Hiromi Uehara y a Metheny en su vertiente más musical, o a l BTTB de Sakamoto (este último -y Metheny- un claro ejemplo de porqué no soporto a la carencia de soluciones compositivas de Hisaishi: a su lado Sakamoto parece un semidiós capaz de jugar en la liga que le apetezca... VIVA SAKAMOTO)
Saludos