Pues... Hay un cine hongkonés en los últimos años que lejos de aparatosidades y pretensiones múltiples se posiciona cómodamente en lo que estaríamos tentados de llamar, cine menor. Como trabaja a escalas pequeñas y tiene un cierto sentido de la humildad (es decir, esto es lo que hay, esto es lo que tenemos, vamos a intentar hacer algo decente), los resultados son al menos honestos. Derek Kwok hace su primera película y el argumento está un poco bastante visto, e incluso el irónico final está también bastante visto a poco que hayamos frecuentado el cine cantonés, y bueno, si juntas a un pobre desgraciado, a un pobre niño y a una pobre chica, sorpresas, lo que se dice sorpresas, nos llevaremos las justas, y el camino nos lo sabemos. Pero como este hombre tampoco pretendía hacer la película del siglo, ni mucho menos venderla a cincuenta países gato por liebre, ni que los americanos le hagan una versión, pues va y le sale una película interesante, sustentada eso si, por el poderío de Eason Chan como actor, que es mucho, y que sabe matizar lo inmatizable. Le sumamos unos cuantos aciertos en la realización, basados en lo mismo, una cierta contención, aún sin privarse de toquitear la cámara y la película, y bueno, uno respira aliviado de haber podido pasar hora y media sin especiales agobios ranlentizados o acelerados. Y bueno, incluso Eric Tsang sale sin teñir (eso sí, menudo pelo le han cascado
), y hace un papel de los que ya no le recordábamos.
Motivos todos por los que vale acercarse a esta película, y que es sin duda de lo más interesante del año en Hong Kong... Y Eason Chan, casi que desde ya, mi candidato a mejor actor
.