Película muy cabrona. He visto ya varias de denuncia sobre la estigmación social de los parientes de homicidas en Niponlandia, y esta aun siendo la peor dirigida (muy telefílmica sobre todo en su primera mitad, después menos) es de las más desesperanzadoras. Hay un detalle moralino que desde el principio me molestó, lo de dejar tan claro que el asesinato fue un accidente, en vez de en cambio mostrar un crimen normal e irracional, que los que los hacen también son gente normal y tienen familia y sentimientos. Pero bueno, la película es inapelable en cuanto a transmitir el mensaje, dejando aparte alguna imagen propia de telenovela (la de Kazue Fukiishi en la cama del hospital echando la lágrima, el discurso del gerente o la Sawajiri en medio de la carretera, por poner ejemplos).
Una de esas películas en que lo muy bueno es lo que cuenta y lo menos bueno como lo cuenta.