A rascal’s tale narra los intentos de un chico adolescente de abrirse paso en un mundo alejado de las tríadas, y con el que de bien pequeño ha tenido que crecer, gracias en parte a que su padre fue un gángster en toda regla. En cuanto todo parece fluir para que el protagonista salga victorioso de su cometido, un suceso inesperado le meterá en un lío que involucrará a su padre, el cual no tendrá más remedio que regresar a la violencia de tiempos pasados.
De nuevo estamos frente a otra historia de tríadas que no cuenta nada nuevo, pero que sin duda tiene varios alicientes que para mi la hacen totalmente imprescindible. Para empezar, el reparto. Tenemos al bruto de Shing Fui-On, que a estas alturas ya no necesita ningún tipo de presentación, al loco de Tse Wai-Kit, que muchos lo conoceréis como el acelerado adolescente de Gangs (1988), las carismáticas Sylvia Chang y a Carrie Ng, al payaso de Wu Ma y al repartidor de hostias Ken Lo. Casi nada.
Por otro lado, tenemos un final que es de los mejores que he visto, desde el punto de vista de la locura, brutalidad e intensidad que tanto caracterizan a los finales de las películas hongkonesas de los 80 y 90. Aquí el verdadero protagonista es el machete y sus descontrolados portadores. Viéndola de nuevo hace unos días, me vino a la mente el final de The Stool Pigeon, y no pude más que reírme de lo blandita y artificial que parece el final de esta última al lado del de A rascal’s tale.
En fin, que es una de esas películas de la filmografía hongkonesa que permanecen escondidas detrás de obras claramente superiores, pero que sin duda es una muy buena muestra del cine de tríadas se hacía en aquella época.