¡Hola, gente! Prosigo mi pequeña serie titulada: «Setsuko Hara: who needs subs?»
con este Satsuo Yamamoto de 1937 y diciembre. Unos meses posterior a
The New Earth / Die Tochter des Samurai / Atarashiki Tsuchi, esta película de Yamamoto nos presenta a Setsuko en un papel bastante más complejo que el de «la hija del samurái» y en el que comienzan a adivinarse sus verdaderas dotes, si bien con, todavía, algunas limitaciones, a ojos de quien esto escribe. 17 años tenía la chavalota, que hace aquí de la hija de Yuriko Hanabusa, una madre que «da vergüenza». Esto último no es en absoluto mi opinión, sino el hilo conductor de la peli, basada al parecer en la novela
Stella Dallas, que sufrió diversas adaptaciones en Hollywood, estando recentísima en 1937 (es de agosto de ese año) la de King Vidor con Barbara Stanwick. En la de Vidor, por lo que he leído, se adaptó el papel de «mamá impresentable» a la medida de la Stanwick, convirtiéndola en una femme fatale fresca y poco educada, pero con un corazoncito para su hija. La versión de Yamamoto debe de ser más fiel a la novela, o a la versión anterior norteamericana (muda), no lo sé; el caso es que aquí la pobre madre en cuestión (Hanabusa) no es ninguna fresca, es una mujer de baja extracción social, con nula cultura y un acento que genera las burlas, dimes y diretes, envenenados cotilleos viperinos para decirlo con más contundencia, de las damas con las que tiene que alternar debido a la posición de su marido, que se casó con ella a raíz de su desengaño al no poderse casar con su verdadera amada, la pianista Kaoru Fujinami (Takako Irie). En el momento en que se sitúa la trama, hay un reencuentro entre papá y la célebre pianista ahora viuda (creo), encuentro que, a través de diversos vericuetos, conduce a una situación en la que la hija Keiko (Hara) pasa a ser hijastra de la Fujinami y la biomadre queda fuera de juego, la pobre. En fin, un dramón de mucho cuidado, con bastantes lágrimas por cierto y escena final absolutamente descorazonadora. La moraleja queda al arbitrio del espectador.
No hay subs, pero con las líneas básicas de la trama se sigue bastante bien. Puede verse
en el tubo; no sé si andará en alguna otra parte ni en DVD. La versión que tienen allá, en YouTube, pixela un rato, como denotan algunos de los fotogramas que he puesto. Por cierto, son precisas aclaraciones sobre:
* la duración original de la película. La copia que circula dura 91 minutos de una pieza. La original, sin embargo, se estrenó en dos partes:
Haha no kyoku mae hen y
Haha... go hen, que durarían, según jmdb, respectivamente 79 y 70 min. Un total de 149 minutos. La versión que rula, pues, es un «combo» abreviado en el que desaparecieron más de 50 minutos.
* el título «internacional»: realmente no parece haber tal cosa. He visto muchas variantes: Mother's song o Song of Mother, Music of Mother, y el que he elegido, Mother's Melody.
Bueno, y para terminar, un hallazgo curioso que hice es que, a pesar de que suela asociarse la obra de Setsuko Hara con la de Ozu, con éste ella hizo seis películas, siendo varios los directores que rivalizan con Ozu en ese número. Y de hecho lo superan Setsuo Yamamoto y Yasujiro Shimazu, pues Setsuko filmó con cada uno de ellos 7 pelis 7. Bien es verdad que en ambos casos hay sendas pelis dobles (como ésta con Yamamoto). Por cierto que de los Shimazus con Setsuko prácticamente no parece haber llegado casi nada; de hecho, aquí en Allzine no tenemos ni uno solo fichado. Tampoco los tienen en KG, si sirve de consuelo. Hay uno, sin embargo, que anda por esos mundos, y que por ello pronto traeré como un episodio más de la mini-saga aludida arriba
Post scriptum. Ah, me olvidaba. Es una impresión personal, pero viendo esta peli tuve la ocurrencia de que, por esta película (ahora mismo no sé si en otras también) a Satsuo Yamamoto se lo podría presentar como el
anti-Ozu, no por lo del número de pelis sino porque, si una cosa que caracteriza a Ozu son sus planos fijos cortantes y su rechazo a ir moviendo la cámara de un personaje a otro en los diálogos, en contraste, en esta
Haha no kyoku, Yamamoto llega a mover la cámara hasta el puro mareo, a menudo con el recurso a un objeto que se halla a medio camino y sirve como punto de equilibrio, en el que el
balanceo concluye (esto ocurre en la peli como mínimo un par de veces).