Del director de Jodhaa Akbar y Laagan, Ashutosh Gowariker, sólo se podía esperar una nueva super-producción llena de acción, bailes y más sabiendo de antemano que toca la vena potriótica y que se trata de una película de conflictos sobre antiguos revolucionarios. Pero nos encontramos con algo muy diferente. Resulta que el director ésta vez pasa de bailes musicales y eternos encuentros amorosos. Se centra más en la parte oscura de la historia. En como se lo montan los revolucionarios para hacer su particular revolución. Con una calidad de producción más que digna diría impresionante, técnicamente impecable. Las actuaciones son buenas. Las tomas y el uso de las luces excepcional. ¿Entonces que falla? Que a Gowariker se le va de las manos el metraje. Ni más ni menos que ciento ochenta minutos. Creo que es la primera vez que agradecería haber visto una versión tijereteada para la versión occidental, la verdad. Si es que perfectamente se podría haber contado todo en 90 min. Pero claro, en la India se necesitan mínimo 3 horas para que el público esté satisfecho. Pero entonces, ¿Por que la haces tan oscura y aparentemente anti-comercial? Pues al final sale lo que sale. Y es una lástima por todo lo bueno que he comentado antes.