Extraordinaria. Sin más. Si esta película es un retroceso en la filmografía de Jia Zhangke, que retroceda tanto como le sea posible, hasta los orígenes y más allá. Supongo que es un problema de conectividad, como tantas veces. La película dura un par de horas y podría haber durado cien horas más, doscientas horas más, una eternidad,... no podía despegar mi mirada de ella. Supongo que es algo personal, pero el cine es algo personal, de modo que nada asombroso.
Zhangke se deja llevar por el viejo Shanghai. En una película sobre la exposición universal, lo menos alimenticio que se puede hacer es sacar precisamente lo que no quieren las autoridades chinas vender: el viejo Shanghai, destruido, aniquilado día tras día, como toda gran urbe china (pero en esta ciudad es más dramático aún si cabe). Y Zhangke se pasea a través de ello, y lo hace a través de Zhao Tao, que le presta lo que no podemos ver: su rostro. Zhao Tao es ese paseante solitario, entre triste y perplejo, derrotado, que sólo puede caminar a través de lo que no será y asistir, acongojada, al nuevo Shanghai que se levanta sobre el otro (no sobre las ruinas del otro... el proceso es una aniquilación sistemática de lo que había... el paseo por el río, unos años antes, unos años después, es uno de esos momentos que debería quedar en la historia del cine y que sin duda quedó grabado a fuego en mi cabeza... sólo Zhangke puede filmar así, suspender el tiempo de esa manera... con la ayuda del señor Nelson, tremendo). Lo posición de Zhangke es obvia: todos los testimonios nos remiten al pasado, como algo que hay que preservar de algún modo, pero que se muere por instantes. Cuando se acerca a la exposición no muestra lo magnífica que es, que edificios tan chulos tiene,... No: nos saca a un chaval bailando en un pabellón en construcción. Y eso es todo o casi. Estoy seguro que cuando vieron la película, las autoridades se debieron llevar las manos a la cabeza... Pero ¿quién le hace rehacer una película a Zhangke?
El montaje es absolutalmente maravilloso, como la música (de nuevo Lim Giong) o la fotografía, que es capítulo a parte (bajaros el blu-ray, que esto es digno de verse). Nelson Yu Lik-wai no es de este mundo. El forma parte de otro universo habitado por pocos habitantes (Mark Lee). Su fotografía es para detener la película fotograma a fotograma. Nada es expectacular, todo es justo. Después de cientos de películas hongkonesas es conmovedor que alguien puede mostrar la misma bahía como otra cosa.
Y bueno, ver a Hou Hsiao-Hsien (y esta vez los trenes no avanzan, se alejan, lo cual también me parece emblemático) ya es lo máximo: ver a estos dos hombres juntos, también ellos de otro mundo, es algo realmente memorable.
En fín, podría hablar y hablar sobre cada plano, sobre cada instante, en una película en la que pocas cosas, quizás ninguna, es gratuita, y donde hasta la última piedra parece querer decirnos algo. Será otro día... Muchas gracias Gari por los subtítulos
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