Bueno, sigo haciendo el repaso anual y hoy tocó esta película de Isao Yukisada.
La verdad es que empieza así como un poco insípida. La estás viendo y puedes decir que está bien rodada, que las actuaciones son buenas, pero es como si no destacara en nada. Sin embargo, el detenimiento a la hora de describir a cada personaje y la minuciosidad que tiene al describir el espacio cotidiano le dan mucha credibilidad. La estructura a base de anécdotas, de microhistorias, también me gustó mucho, especialmente la de la conspiración con el piso de al lado. La historia de Kotomi con la estrella de cine me pareció preciosa y la dedicación e independencia de ella me emocionó. También la extraña belleza de Mirai, esa chica frágil que necesita el dolor para sobrevivir.
Quizás lo que me gustó menos fue el final, porque rompe con esa estructura de vidas cruzadas que se reúnen en el mismo piso e intenta juntarlas para elaborar un discurso. Habéis dicho que no queda muy claro lo que quiere contar... bueno, a mi eso me parece precisamente el logro de la película. No quiere sentenciar. Intentar elaborar un discurso sobre la juventud, entendida como colectivo, como generación, me parece algo arriesgado y prepotente, por eso prefería la sencillez cotidiana de la película durante buena parte de su metraje. Pero bueno, viendo como se desarrollan los acontecimientos (SPOILER) pensaba que todo terminaría en un habitual y cansino lloriqueo colectivo de japoneses confesándose todos sus pensamientos ocultos y abrazándose. Así que me alegro de que, al menos, la película deje todo en suspensión.
En fin, que me ha sorprendido, porque pensaba que no me iba a gustar nada. Los melodramas japoneses de adolescentes nunca han sido mi estilo, porque nunca he conseguido aceptar muchos de sus tópicos, pero esta creo que consigue saltárselos y ser bastante original.