Si las películas han de juzgarse por la forma en la que permiten que el espectador se involucre de forma inconsciente en un acontecimiento ajeno, llegando al punto de sufrir en la propia carne las ansiedades de los protagonistas, entonces esta es un logro. De forma prosaica, vulgar, sin manipulaciones sentimentales, sin moralinas absurdas, el tema se presenta de forma transparente. Las actuaciones, naturales y convincentes. La única pega, la escena hacia el final en el hotel con los americanos, la única que peca de simpleza y del recurso fácil en todo el metraje, pero es una mancha pequeña en el conjunto de la obra que consigue poco a poco elevarse del polvo de las calles de Manila hasta el sentimiento de duelo que nos embarga al final. Imprescindible!